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Desde el principio, estaba claro que no iba a ser un combate típico. En el primer asalto, Tyson conectó un gran derechazo que empujó a Paul contra las cuerdas. Paul se agarró dos veces, pero consiguió asestarle un sólido derechazo. El asalto terminó reñido, con división de opiniones sobre quién había salido vencedor.
A medida que avanzaba el combate, la edad de Tyson empezaba a notarse. Permaneció en el centro del cuadrilátero, probablemente debido a sus problemas de rodilla, mientras que Paul se movía más y se mantenía activo.
En el tercer asalto, Tyson salió agresivo, pero rápidamente se quedó sin fuerzas. Paul se aprovechó, asestando grandes golpes que dejaron a Tyson inestable y mordiéndose el guante izquierdo .
El entrenador de Paul le aconsejó que mezclara sus ataques, y dio resultado. Lanzó casi el doble de golpes que Tyson y mantuvo al ex campeón a la defensiva. Tyson tuvo momentos en los que mostró destellos de su antigua forma, pero fueron pocos y distantes entre sí.
En los asaltos intermedios Paul ganó confianza. Estuvo a punto de asestar un gran gancho de derecha en el quinto, claramente a la caza de un nocaut. Tyson, por su parte, luchaba por zafarse de los golpes.
El público se inquietó a medida que avanzaba el combate. Lo que empezó como un combate emocionante se convirtió en lo que algunos llamaron un espectáculo extraño y triste. Tyson parecía cada vez más cansado y lento, mientras que Paul se mostraba más confiado en cada asalto.
Tyson tuvo un breve arranque en el séptimo, con un uppercut y un jab. Pero Paul retomó rápidamente el control, haciendo tambalearse al veterano púgil con un gancho de derecha. Las estadísticas mostraban que Paul había lanzado más del doble de golpes en ese momento.
En el último asalto, Tyson tardó en levantarse del taburete. Paul, aunque sometido, seguía buscando oportunidades para lanzar su derecha. Cuando sonó la campana, los dos púgiles se abrazaron, poniendo fin a lo que muchos recordarán como uno de los combates más inusuales del boxeo.
Cuando llegó la puntuación, fue unánime: Jake Paul ganó el combate. Los jueces puntuaron 80-72, 79-73 y 79-73, todos a favor de Paul.
"Fue un espectáculo extraño y algo triste", dijo un comentarista del NYT. "Por momentos, parecía más una sesión de sparring desigual que una pelea real".
La gran diferencia de edad entre Tyson, de 58 años, y Paul, mucho más joven, era evidente. A Tyson se le notaron las décadas alejado del ring, y mencionó tener problemas de rodilla. Paul, en cambio, boxeó bien y fue ganando confianza a medida que avanzaba el combate.
Esta pelea será recordada probablemente no por su boxeo técnico, sino por la controversia que la rodeó. La diferencia de edad entre los púgiles y el empeoramiento del rendimiento de Tyson a medida que avanzaba el combate suscitaron dudas sobre si el combate debería haberse celebrado. Pero para bien o para mal, ya forma parte de la historia del boxeo.