Larry Holmes, el ex campeón de los pesos pesados conocido como "El Asesino de Easton", estuvo a punto de igualar el legendario récord de 49-0 de Rocky Marciano. Pero su persecución de ese hito terminó en un giro sorprendente.
Holmes dominó la división de los pesos pesados de 1978 a 1985, venciendo a rivales notables como Muhammad Ali, Earnie Shavers y Trevor Berbick. Su reinado le puso en camino de igualar la racha de imbatibilidad de Marciano, un récord que se mantenía desde 1956, cuando "The Brockton Blockbuster" se retiró a los 32 años.
El récord perfecto de 49-0 de Marciano incluyó un reinado de cuatro años como campeón de los pesos pesados, de 1952 a 1956. Defendió su título seis veces contra duros rivales como Ezzard Charles y Jersey Joe Walcott antes de colgar los guantes tras vencer a Archie Moore en 1955.
Holmes tuvo la oportunidad de igualar esta marca histórica en 1985, cuando se enfrentó a Michael Spinks en su 49º combate profesional. Spinks ganó por decisión y Holmes sufrió su primera derrota como profesional.
En una entrevista reciente con la revista GQ, Holmes compartió sus pensamientos sobre ese momento crucial:
"No. No lo creo. Pensé que estuvo cerca, pero no perdí. No hizo nada".
A pesar de sentir que debería haber ganado, Holmes sorprendió a muchos con su siguiente declaración:
"¿Pero sabes qué? En realidad me alegré de que no me dieran la decisión. Porque entonces ya no tenía nada que demostrar. Si quieren decir que Rocky Marciano fue el más grande, que lo digan. Si quieren decir que Muhammad Ali fue el más grande, pueden decirlo. Yo quería terminar como el más inteligente, no como el más grande. No quería tener que seguir luchando y estar a la altura".
La perspectiva de Holmes demuestra que valoraba más ser recordado por su inteligencia que por perseguir récords. Después de la pelea con Spinks, sufrió algunas derrotas más, incluida una revancha con Spinks y un combate contra Mike Tyson.
El hecho de que Holmes estuviera a punto de batir el récord de Marciano y su particular visión del resultado añaden un interesante capítulo a la historia del boxeo. Es un recordatorio de que, a veces, la búsqueda de la grandeza puede dar giros inesperados.