Mike Tyson subió al ring a los 58 años para enfrentarse a Jake Paul, un hombre 30 años más joven que él, en un combate que dejó a muchos aficionados al boxeo con la boca abierta.
El evento, promocionado como un gran acontecimiento, atrajo a un público que batió récords. Pero para los espectadores, sobre todo los seguidores de Tyson, el combate principal no fue nada del otro mundo.
Jake Paul ganó por decisión unánime, pero no noqueó al ex campeón. Eso respondió a algunas preocupaciones sobre la seguridad de Tyson antes del combate. Tyson, antaño el boxeador más temido del planeta, mostró destellos de su antiguo yo durante sólo uno o dos minutos. Paul, por su parte, logró una fácil victoria.
¿La reacción del público? A la mayoría le pareció de mal gusto. Dejó una marca en el historial profesional de Tyson, que no veía acción desde 2005.
Después de la pelea, Tyson tuvo algunos pensamientos que compartir. Dijo a FOX Sports Radio:
"El día después le pregunté a mi mujer, '¿por qué hice eso? No sé qué demonios pasa. Sólo me estaban apoyando".
Es la misma pregunta que los aficionados al boxeo llevaban meses haciéndose.
Tyson también se sinceró sobre sus sentimientos tras el combate:
"Esa pelea fue una gran ascensión, estaba tan arriba, tan alto, la pelea terminó, boom, estoy un poco deprimido. Tienes que volver a esa situación de vida. Somos luchadores. Estuvimos entrenando nueve meses".
Justo después de perder, Tyson insinuó otra pelea. Pero desde entonces ha confirmado que es la última vez que se sube a un ring como profesional. Su familia está contenta con esa decisión.
Mirando hacia atrás, Tyson pasó nueve meses preparándose para esta pelea. Consiguió un gran sueldo, pero ¿a qué precio? Es una pregunta que perdurará en el mundo del boxeo durante un tiempo.