El comienzo pareció paralizar al vigente campeón. En los cuatro primeros asaltos no hizo prácticamente nada, centrándose únicamente en una férrea defensa. Con el tiempo, se fue volviendo cada vez más audaz, llegando incluso a sorprender a su oponente en varias ocasiones, pero cuando Chamberlain fallaba los golpes, aumentaba inmediatamente el ritmo e intentaba contraatacar. En el último y duodécimo asalto, Laval se acercó con decisión a la meta, pero el final llegó demasiado tarde.
Tras la campana final, los jueces dieron la victoria a Chamberlain: 119-111 y dos veces 118-111.