El combate se convirtió en la revancha de su pelea de junio, que terminó con la victoria del francés por decisión técnica de los jueces. Sin embargo, no se realizaron pruebas de dopaje tras el combate, lo que llevó a la Unión Europea de Boxeo a ordenar la revancha obligatoria.
El combate empezó mejor para el francés, que en el tercer asalto mandó al suelo a su rival, pero en el séptimo fue él mismo el que fue contabilizado por un derribo tras un gancho de izquierda fallido. El árbitro no permitió que Presto continuara, y el italiano ganó el cinturón de la UER por segunda vez en su carrera.