Usyk, vestido de púrpura, mostró su estilo ágil y agresivo desde el principio.
En el primer asalto, lanzó jabs y persiguió a Fury, logrando un sólido derechazo para terminar el asalto como agresor.
Fury, con pantalones rojos, salió asertivo, moviéndose hacia el centro del cuadrilátero y lanzando potentes golpes. Aterrizó con un potente directo de izquierda al principio, pero se vio perseguido por Usyk a medida que avanzaba el asalto.
A medida que avanzaba el combate, ambos púgiles mostraron sus planteamientos estratégicos. Usyk se centró en los golpes al cuerpo en el segundo asalto, mientras que Fury asestó un derechazo al sonar la campana. El campeón ucraniano mantuvo una presión implacable durante todo el combate, apuntando al cuerpo y la cabeza de Fury.
Fury también tuvo sus momentos. Dominó los últimos 30 segundos del cuarto asalto y asestó un gran uppercut al estómago de Usyk en el quinto. El británico también mostró su mejoría en los últimos asaltos, utilizando jabs para interrumpir el ritmo de Usyk y asestando golpes al cuerpo.
El combate fue polémico, ya que Fury fue amonestado por golpear la nuca de Usyk y utilizar el codo. En el octavo asalto se produjo un choque de cabezas que no causó daños.
A medida que el combate entraba en su fase final, ambos púgiles asestaron golpes significativos. Usyk terminó fuerte en el undécimo con un gancho de izquierda y un izquierdazo. En el duodécimo asalto, ambos intercambiaron duros golpes en busca de la victoria.
El implacable ataque de Usyk y su lucha estratégica resultaron demasiado para Fury. El ágil juego de piernas del ucraniano y su estilo agresivo le permitieron superar a su corpulento rival y asegurarse la victoria por decisión unánime.
Con esta victoria, Usyk se afianza en lo más alto de la división de los pesos pesados, tras derrotar a Fury en su segundo enfrentamiento. El combate exhibió las habilidades de alto nivel de ambos boxeadores y probablemente será recordado como uno de los momentos más brillantes de la historia del boxeo de los pesos pesados.