Allen, que subió al cuadrilátero con una desventaja de 8/1, se enfrentó a Fisher en la pelea de revancha entre Oleksandr Usyk y Tyson Fury en Riad (Arabia Saudí). No se esperaba que el combate fuera a favor de Allen, sobre todo teniendo en cuenta su historia reciente. Su último gran combate terminó con una derrota ante Frazer Clarke, en la que se retiró en el taburete. Le siguieron dos victorias discretas, pero nada hacía pensar que fuera a poner en aprietos al prometedor peso pesado británico.
Fisher, conocido como "el toro de Romford", llegó al combate con un impresionante récord de 12-0, 11 de ellos por KO. Empezó fuerte, asestando golpes al cuerpo de Allen en los primeros asaltos.
El combate dio un giro en el quinto asalto. Fisher asestó un golpe bajo, y Allen respondió con un gancho perfecto que envió a Fisher a la lona. A partir de ese momento, el combate se convirtió en una entretenida pelea.
Allen asestó enormes ganchos y uppercuts, y parecía revigorizado. Fisher mantuvo su técnica, pero pareció tambalearse en varias ocasiones. El combate se alargó hasta el final, y ambos demostraron una dureza increíble.
Cuando se leyeron las tarjetas de puntuación, Fisher se impuso por decisión dividida. Dos jueces dieron 95-94 a Fisher y uno 96-93 a Allen.
La decisión provocó una indignación inmediata. El ex campeón mundial Sergio Mora la calificó de "disparate". Los aficionados en las redes sociales la tacharon de "vergüenza absoluta" y "robo".
"Eso es una mier**",dijo Dillian Whyte, antiguo rival de Allen.
Mick Conlan, que puntuó la pelea para Allen por unos asaltos, dijo:
"Este deporte es cruel a veces".
El entrenador Dave Coldwell no se anduvo con rodeos y calificó la decisión dividida de "gilipollez". Charlie Edwards dijo que a Allen se le negó un "momento decisivo en su carrera".
El controvertido resultado privó a Allen de una victoria que llevaba años persiguiendo. Dadas las protestas y lo reñido del combate, la revancha parece justificada y merecida.