Tyson Fury y Oleksandr Usyk se preparan para una revancha el 21 de diciembre en Riad. El combate llega tras la victoria por decisión dividida de Usyk sobre Fury en mayo, que le convirtió en el primer campeón indiscutible de los pesos pesados en más de dos décadas.
En el primer combate, Fury asestó algunos fuertes uppercuts en los asaltos intermedios, pero Usyk se defendió con fuerza. En el octavo asalto, la nariz de Fury empezó a sangrar. El noveno asalto resultó especialmente duro para Fury, que se enfrentó a un aluvión de golpes sin respuesta, lo que provocó que el árbitro contara hasta ocho.
Tras el combate, algunas personas señalaron el caos en la esquina de Fury como un factor clave en su derrota. Con SugarHill Steward como entrenador jefe, Andy Lee como entrenador y John Fury, el padre de Tyson, todos dando su opinión, algunos en el deporte creen que las múltiples voces contribuyeron a la derrota de Fury.
Pero Fury no lo ve así. En un reportaje reciente con TNT Sports, en el que ambos púgiles volvieron a ver su primer combate, Fury abordó las críticas:
"La gente puede opinar y decir lo que quiera, pero al fin y al cabo no están allí peleando. No importa lo que piensen los demás de lo que ocurría en mi esquina. Si yo soy feliz, el mundo es feliz, y yo soy feliz".
A pesar de la polémica, Fury mantiene su equipo para la revancha. Queda por ver si oiremos una voz clara desde su esquina la noche del combate.
Hay mucho en juego para ambos púgiles. Usyk pondrá en juego sus títulos del CMB, la OMB y la AMB, tras haber dejado recientemente vacante el cinturón de la FIB. Fury, por su parte, aspira a vengar su anterior derrota y recuperar su puesto en lo más alto de la división de los pesos pesados.
A medida que se acerque el 21 de diciembre, los aficionados al boxeo de todo el mundo estarán pendientes de si Fury consigue darle la vuelta a la tortilla o si Usyk consolida su condición de rey indiscutible de los pesos pesados.