En 1991, Henry Akinwande lo noqueó en el tercer asalto.
Los problemas legales que le han impedido viajar a Estados Unidos tienen su origen en un incidente ocurrido en 2010. John Fury se vio envuelto en una pelea en una subasta de coches que acabó con un hombre ciego de un ojo. El proceso judicial posterior acabó con su condena en 2011 a 11 años de prisión. Cumplió condena hasta su puesta en libertad en 2015.
Sin embargo, este pasado violento ha repercutido en su capacidad para viajar. Estados Unidos ha denegado a John Fury la entrada en el país debido a este historial de violencia.
Esta restricción ha afectado negativamente a su capacidad para apoyar directamente a sus hijos durante los grandes combates estadounidenses, dado su papel fundamental como entrenador principal de Tyson y Tommy Fury.
A pesar de este contratiempo, los Fury siguen participando en el boxeo tanto en el Reino Unido como a escala internacional.